Pero conviene que no nos venza el activismo. Pararnos de vez en cuando, silenciar nuestro interior, buscar a Dios y escuchar su Palabra pueden ayudarnos a mantener bien centrado el espíritu y a dar profundidad a todo lo que hacemos.
La Palabra de Dios que escuchamos en las celebraciones del comienzo de curso puede ayudarnos... Aquí la teneis a vuestra disposición. Volver a Ella de vez en cuando puede ser de gran utilidad en medio del trabajo cotidiano.
De la carta de San Pablo a los Colosenses:
Hermanos:
Vosotros sois los elegidos de Dios, para formar parte de su pueblo y ser sus predilectos. Tened para los demás un corazón lleno de afecto y de bondad, de humildad y de paciencia. Soportaros los unos a los otros y perdonaros mutuamente si alguno tiene motivos de queja contra otro. El Señor os ha perdonado, perdonaros también vosotros.
Y por encima de todo, que el amor lo una todo en perfecta armonía.
Del Salmo 24:
A ti, Señor, levanto mi alma;
Dios mío, en ti confío,
no quede yo defraudado
Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
ha que camine con lealtad;
enséñame, porque tu eres mi Dios y Salvador.
Del Evangelio según San Marcos:
Llegaron a Betsaida, y llevaron a un ciego a Jesús y le rogaron que lo curara. Jesús tomó de la mano al ciego y lo sacó fuera del pueblo. Le mojó los ojos con saliva, puso las manos sobre él y le preguntó si veía algo. El ciego comenzó a ver y dijo:
- Veo gente. Me parecen árboles que andan.
Jesús le puso otra vez las manos sobre los ojos, y el hombré miró con atención y quedó sanado: ya todo lo veía claramente. Entonces lo mandó a su casa.
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